El cuento al revés

Después del estrepitoso fracaso de la reciente película de Blancanieves, debido al rechazo del público que no se pudo tragar a Rachel Zegler, la actriz que, aún antes del estreno, ya caía mal por su arrogancia, sus discursos sobreactuados y su eterna cara de fastidio. Ni los enanitos la querían en el set.

Entonces, en un acto heroico, alguien dijo lo que nadie se atrevía a decir en voz alta: “¿Y si invertimos los papeles?” Boom: Gal Gadot, la hermosa judía, pasó de ser la Reina Malvada, a ser una atractiva Blancanieves… y la insufrible Zegler terminó donde debió empezar: en el caldero de la bruja.

Y santo remedio. El cuento volvió a tener sentido, el público volvió a las salas de cine, y los ejecutivos contentos esperan poder recuperarse del fiasco de esta aventura woke. Así, la belleza regresó al trono, y la amargura a su oscura y tenebrosa cueva.

Zegler dijo que no quería un príncipe que la rescatara. Lo que ella quería era siete enanitos a quien mandar, regañar y poner a trabajar para ella. Pero la cosa le salió mal: terminó de bruja del cuento, sin final feliz… y sin una noche buena.