Durante buena parte del desgobierno de Biden, la Casa Blanca tuvo de vocera a una imbécil cuyo mayor talento era leer… y, pa’remate, lo hacía bien mal.
Karine Jean-Pierre, la Bestia de este cuento —y no por culpa de un hechizo. Sino por bruta, fea e inepta. Bruta, porque no sabía ni qué decía.Inepta, porque cada respuesta era incierta y falsa. Y fea… bueno, su peinado parecía un coleto sucio olvidado en un pasillo de la Casa Blanca.
Y entonces, llegó Trump y apareció Karoline Leavitt. Con apenas 27 años y más agallas que todo el partido demócrata completo, barrió la sala de prensa sin trapeador.
La Bella. No solo por linda (que lo es y mucho), sino por eficaz. Porque por fin alguien habla sin temblar, sin leer, y sin pedir perdón.
Donde antes había confusión, ahora hay certeza. Donde antes había incertidumbre, ahora hay resultados. Y los periodistas, que antes salían de la Sala de Prensa con dolor de cabeza y hasta nauseas, ahora al menos salen informados.
Ya hay quienes llaman a Leavitt “la francotiradora de la Casa Blanca”. Y no es para menos: donde ella pone el ojo va una categórica respuesta. ¡No se le escapa ninguna!