Presione 1 para encabronarse

Antes, si necesitabas resolver un problema con algún proveedor de servicios, tenías que hacer largas colas y esperar con los papeles en la mano durante horas para que te atendieran. Hoy, aunque la espera es por teléfono… lo que es aún más desesperante.

Apenas marcas el número de atención al cliente, una artificial voz femenina te anuncia el inicio de la tortura:

“Su llamada es muy importante para nosotros.”

Esa voz es, en realidad, un robot, programado para darte más vueltas que a un trompo y hacerte sentir que estás siendo atendido, sin ayudarte, mientras tu paciencia se va desvaneciendo.

La llamada comienza con un menú de opciones que se convierte en un laberinto sin escapatoria. Cada número que marcas te lleva a otro submenú, y luego a otro… hasta que pierdes la paciencia.

Y si, con suerte, logras hablar con un ser humano… pero ya estás tan agotado que optas por agradecer que, al menos, alguien de carne y hueso te esté escuchando.

El objetivo de todo este enjambre de tecnología no es ayudarte.

Es cansarte, confundirte, desgastarte, para que te des por vencido y desistas de tu intención de ser atendido.

Todo esto tiene nombre: atención al cliente sin intención de atender.

Una estrategia vestida de modernidad que, en el fondo, es puro peloteo digital.

No resuelve nada, pero da la ilusión de que estás “en proceso”.

Y mientras el robot te repite que tu llamada es importante…

tú entiendes que, en realidad, lo importante para ellos es que nunca llegues a ser atendido.

Mosquitazo:

Te atiende un robot con voz de princesa,
te pasa de opción sin darte certeza.
Y al final te dejan colgado, sin explicación…
encabronado y lleno de frustración.