No hay cama pa’ tanta gente

Yo sí estoy a favor de las deportaciones. Y lo digo sin que me quede nada por dentro. Porque no todos los que entraron merecen quedarse. ¡No hay cama pa’tanta gente!

Aquí no caben todos. Y mucho menos los que vinieron a estorbar. Los que cruzaron sin permiso… y se pusieron a haraganear.

Exigen, gritan, demandan, protestan… y se quedaron viviendo a costillas de quienes pagamos impuestos. Todos quieren una “reforma migratoria”. Pero eso es puro cuento.

Lo que andan buscando es una amnistía. Como si este país fuera una piñata: ¡pim, pam, pum! y agarra lo que puedas.

Qué va, ¡están muy equivocados! Así no funciona la cosa. Aquí hay leyes. Y deben cumplirse.

Cuando llegó Trump. Y en su primer discurso les dijo, mirándolos de frente: “Durante años nos dijeron que necesitábamos una nueva ley migratoria. Pero ahora ha quedado claro que lo que hacía falta… ¡era un nuevo presidente!”

Trump tuvo razón, otra vez. No hacen falta nuevas leyes. Hace falta tener los pantalones bien puestos para aplicar las que ya existen.

Se tiene que deportar al que no califica. Proteger al que sí. Y hacer a América grandiosa otra vez.

El Mosquitazo

Vinieron por millones, pero no todos se pueden quedar. El que vino a sumar, que pase… ¡no hay cama pa’ tanta gente!

Interludio final – Salsa migratoria (versión Mosquito)

🎤 ¡Y ahora sí, que suene el coro!

Esto va pa’ los que no califican… Los que cruzan y delinquen… ¡No hay cama pa’ tanta gente!

Los que vienen por subsidios… Los que dicen «esto es mío»… ¡No hay cama pa’ tanta gente!

Los que gritan sin respeto… ¡No hay cama pa’ tanta gente!

¡Pa’fuera… pa’la calle! Que aquí se queda el que aporta, el que trabaje, el que no falle.

Pero al que viene a joder… ¡pa’fuera… pa’la calle!

¿Sabes qué es un implante hidráulico peniano?

Yo no lo sabía… hasta que me puse a escribir sobre el tema de las famosas bombitas. Si lo sabes ¡es porque ya tienes una!

Resulta que conozco a dos sujetos que, apenas cumplieron sus 65 años, salieron corriendo donde sus urólogos para que les pusieran la “bombita”, cortesía del Medicare.

Uno de estos caballeros, según él mismo me dijo, la usa “bastante” y está contentísimo.

El otro… la tiene, pero no la usa. Y, como es lógico, no está contento.

No la usa porque no funcione, sino porque no tiene la oportunidad.

La dichosa bombita cuesta como 20,000 dólares por paciente, considerando los gastos y honorarios médicos más todos los demás periquitos. Esto es bastante dinero.

Y lo más absurdo es que en muchos casos, la famosa bombita ni siquiera se usa por varias razones, a saber:

∙ Falta de pareja

∙ Falta de energía

∙ Falta de billete, porque, aun con bombita, si eres viejo y feo, si no tienes billete, no levantas ni polvo.

Las estadísticas nos dicen que en Miami, casi el 40% de los implantes penianos inflables son cubiertos por Medicare.

Si multiplicamos por miles de procedimientos al año, el gasto se infla a la par de las bombitas…

Mientras miles de abuelos no consiguen una silla de ruedas, un audífono o tan siquiera una cita médica, Medicare gasta millones de dólares en prótesis que muchas veces ni se usan.

Sexo senil subvencionado por todos los contribuyentes.

Y si de verdad se tratara de mejorar la vida sexual en la vejez, ¿por qué Medicare solo piensa en los hombres?

Las bombitas se aprueban con rapidez, sin filtros ni objeciones, mientras que la salud sexual femenina en la tercera edad no es tomada en cuenta para nada.

¿Dónde están las terapias hormonales, los especialistas y el reconocimiento de que ellas también sienten?

Medicare gasta una fortuna para que ellos «funcionen», pero no destina lo mismo para que ellas disfruten de sus últimos tiritos.

Esto no es medicina compasiva ni equidad en la salud. Esto es una visión machista del placer, mecánica y excluyente. Es una medicina que solo infla bombitas, pero deja a las féminas sin goce y sin atención.

Mosquitazo:

Todos pagamos por la bombita del abuelo seductor, y a la abuela la dejamos sola con el televisor.