La Sala de Torturas de la Casa Blanca

En la Casa Blanca, en Washington D.C., existe una sala de torturas reservada exclusivamente para presidentes extranjeros.

No tiene látigos ni grilletes, pero sí una silla infame.
Y está ubicada en el corazón mismo del poder: la Sala Oval.

Ese sillón no está hecho para el descanso.
Está diseñado para hacer pasar las de Caín a todo líder que se atreva a contradecir al presidente Trump.


🕺 Primera víctima: Volodymyr Zelensky – Ucrania

El primero en sufrir sus efectos fue el presidente ucraniano.

Apenas bajó de su limusina, comenzó su tortura.

Vestido con un suéter verde ceñido, sin saco ni corbata, con pinta de bailarín de ballet ucraniano en gira, fue recibido por Trump con una de esas frases que cortan como navaja:

“¿Qué pasó? ¿No tienes saco y corbata? Si no tienes, te prestamos unos.”

Zelensky esbozó una sonrisa nerviosa. Ya intuía lo que le esperaba.
Una vez se sentó en el infame sillón, comenzó la sesión: regaños, humillaciones y hasta amenazas.

El diminuto comediante reconvertido en presidente bajaba la cabeza, abochornado, mientras las cámaras del mundo captaban su penosa sumisión diplomática.


🍁 Segunda víctima: Mark Carney – Canadá

La siguiente víctima fue el recién nombrado primer ministro de Canadá.

Entró con la frente en alto, traje impecable y aires de tecnócrata global.
Pero en cuanto se sentó, Trump lo pulverizó con preguntas punzantes, recordatorios históricos y un tono inquisidor que no dejaba espacio para escapar.

Carney balbuceó.
Intentó justificar su postura antiamericanista.
Pero al salir, solo pudo balbucera una que otra disculpa… y evitar a la prensa.


🌍 Tercera víctima: Cyril Ramaphosa – Sur África

El caso más reciente fue el del presidente de Sudáfrica.

Ya venía advertido.
Sabía que Trump le había tendido una emboscada.
Aun así, subestimó las habilidades del Presidente Trump.

Él no se esperaba que Trump le restregara en la cara un vergonzoso video y lo acusara —frente a todos— de ser cómplice de la matanza de granjeros blancos en su país.

Ramaphosa intentó defenderse…
pero se le enredó el volador, los argumentos y hasta el alma.

Así fue como la silla de torturas cobró su tercera víctima.
Y el mundo volvió a presenciar otra humillación presidencial en vivo y directo.


⚠️ Advertencia final:

Si eres presidente extranjero y estás leyendo El Mosquito —porque sabemos que algunos lo hacen— y recibes una cordial invitación de Donald Trump para visitar la Casa Blanca…

¡Ni se te ocurra aceptarla!
Porque puede que entres por la puerta principal con tu mejor sonrisa diplomática…
pero salgas por la de atrás,
con la dignidad metida entre las nalgas y la prensa mundial esperándote en la acera de enfrente.

La cabellera del León sacude al Medio Oriente

Era de noche. Y allí, bajo los reflectores del palacio presidencial, lo esperaban jovencitas vestidas de blanco y alineadas como perlas del Golfo Pérsico.

El presidente de Estados Unidos de América, Donald J. Trump, aterrizó en Abu Dabi y fue recibido con una ceremonia tan inusual como simbólica: una danza tradicional donde las jóvenes agitaban sus largas cabelleras al ritmo de tambores tribales.
Se trataba del Khaleegy, una danza femenina típica persa, que celebra la feminidad y la gracia mediante movimientos elegantes del cabello y las manos.

Nada de pancartas, ni insultos, ni empujones. Solo cabelleras, sonrisas, y un líder admirado con gesto satisfecho y mano amiga.
Ni CNN supo buscarle un ángulo negativo a esta ceremonia de respeto y admiración a nuestro presidente.

Mosquitazo

Cabelleras al viento, respeto en el andar,
así lo recibieron sin tener que gritar. Entre tambores, danzaba la admiración,
¡y el viento susurró… “aquí manda el León”!

Papa Trump

Los medios sociales se incendiaron una vez más con una foto que el mismo Trump colocó de él personificando a un papa. Esta imagen, por supuesto, fue generada por Inteligencia Artificial.

Pues no había pasado mucho tiempo, cuando comenzaron a circular varias fotos similares. Estas son las tres que más me gustaron. Amén.