La Bestia y la Bella de la Casa Blanca

Durante buena parte del desgobierno de Biden, la Casa Blanca tuvo de vocera a una imbécil cuyo mayor talento era leer… y, pa’remate, lo hacía bien mal.

Karine Jean-Pierre, la Bestia de este cuento —y no por culpa de un hechizo. Sino por bruta, fea e inepta. Bruta, porque no sabía ni qué decía.Inepta, porque cada respuesta era incierta y falsa. Y fea… bueno, su peinado parecía un coleto sucio olvidado en un pasillo de la Casa Blanca.

Y entonces, llegó Trump y apareció Karoline Leavitt. Con apenas 27 años y más agallas que todo el partido demócrata completo, barrió la sala de prensa sin trapeador.

La Bella. No solo por linda (que lo es y mucho), sino por eficaz. Porque por fin alguien habla sin temblar, sin leer, y sin pedir perdón.

Donde antes había confusión, ahora hay certeza. Donde antes había incertidumbre, ahora hay resultados. Y los periodistas, que antes salían de la Sala de Prensa con dolor de cabeza y hasta nauseas, ahora al menos salen informados.

Ya hay quienes llaman a Leavitt “la francotiradora de la Casa Blanca”. Y no es para menos: donde ella pone el ojo va una categórica respuesta. ¡No se le escapa ninguna!

Dos dinosaurios en vías de extinción

El gobierno de Estados Unidos de América ha decidido suspender las transmisiones de Radio Martí, y no puedo más que aplaudir. No porque no me interese la libertad de Cuba, sino porque seguir insistiendo en este vetusto medio, después de 40 años sin resultados, es como intentar revivir el telégrafo en la era del internet. Los tiempos han cambiado, y los hábitos de los cubanos también. Actualmente, no tenemos ninguna garantía de que alguien en la isla siga escuchando sus transmisiones.

Lo cierto es que los únicos realmente perjudicados por la desaparición de Radio Martí son sus empleados, quienes se aferran a sus puestos de trabajo como balseros en alta mar. De los aproximadamente 100 empleados de la Oficina de Transmisiones a Cuba, que está a cargo de la radioemisora, 46 son empleados profesionales registrados en la nómina federal, todos con salarios superiores a $100,000 dólares anuales. Esta radio llegó a costarle al pueblo americano más de 20 millones de dólares al año.

Y ya que hablamos de radios financiadas con dinero público, ¿por qué no aprovechar la ocasión y eliminamos también NPR (Radio Pública Nacional)? Su programación está plagada de ideología de izquierda, y su noticiero —ironías de la vida— ni siquiera es nacional, sino el de la BBC (British Broadcasting Corporation), el cual es narrado con un pesado acento británico que lo hace difícil de entender.

Al parecer, tendremos que decirle adiós a Radio Martí. Si alguien todavía quiere enviar mensajes de libertad a Cuba, que lo haga con métodos más eficaces, acordes a los tiempos actuales, sin burocracia y sin que los contribuyentes americanos tengamos que seguir pagando por algo que, aunque romántico, ya no funciona.

La Sala de Torturas de la Casa Blanca

En la Casa Blanca, en Washington D.C., existe una sala de torturas reservada exclusivamente para presidentes extranjeros.

No tiene látigos ni grilletes, pero sí una silla infame.
Y está ubicada en el corazón mismo del poder: la Sala Oval.

Ese sillón no está hecho para el descanso.
Está diseñado para hacer pasar las de Caín a todo líder que se atreva a contradecir al presidente Trump.


🕺 Primera víctima: Volodymyr Zelensky – Ucrania

El primero en sufrir sus efectos fue el presidente ucraniano.

Apenas bajó de su limusina, comenzó su tortura.

Vestido con un suéter verde ceñido, sin saco ni corbata, con pinta de bailarín de ballet ucraniano en gira, fue recibido por Trump con una de esas frases que cortan como navaja:

“¿Qué pasó? ¿No tienes saco y corbata? Si no tienes, te prestamos unos.”

Zelensky esbozó una sonrisa nerviosa. Ya intuía lo que le esperaba.
Una vez se sentó en el infame sillón, comenzó la sesión: regaños, humillaciones y hasta amenazas.

El diminuto comediante reconvertido en presidente bajaba la cabeza, abochornado, mientras las cámaras del mundo captaban su penosa sumisión diplomática.


🍁 Segunda víctima: Mark Carney – Canadá

La siguiente víctima fue el recién nombrado primer ministro de Canadá.

Entró con la frente en alto, traje impecable y aires de tecnócrata global.
Pero en cuanto se sentó, Trump lo pulverizó con preguntas punzantes, recordatorios históricos y un tono inquisidor que no dejaba espacio para escapar.

Carney balbuceó.
Intentó justificar su postura antiamericanista.
Pero al salir, solo pudo balbucera una que otra disculpa… y evitar a la prensa.


🌍 Tercera víctima: Cyril Ramaphosa – Sur África

El caso más reciente fue el del presidente de Sudáfrica.

Ya venía advertido.
Sabía que Trump le había tendido una emboscada.
Aun así, subestimó las habilidades del Presidente Trump.

Él no se esperaba que Trump le restregara en la cara un vergonzoso video y lo acusara —frente a todos— de ser cómplice de la matanza de granjeros blancos en su país.

Ramaphosa intentó defenderse…
pero se le enredó el volador, los argumentos y hasta el alma.

Así fue como la silla de torturas cobró su tercera víctima.
Y el mundo volvió a presenciar otra humillación presidencial en vivo y directo.


⚠️ Advertencia final:

Si eres presidente extranjero y estás leyendo El Mosquito —porque sabemos que algunos lo hacen— y recibes una cordial invitación de Donald Trump para visitar la Casa Blanca…

¡Ni se te ocurra aceptarla!
Porque puede que entres por la puerta principal con tu mejor sonrisa diplomática…
pero salgas por la de atrás,
con la dignidad metida entre las nalgas y la prensa mundial esperándote en la acera de enfrente.

El Impeachment de los Simios

En una escena digna de zoológico parlamentario, los representantes demócratas Al Green (el gorila con bastón) y Shri Thanedar (el mono de Detroit) protagonizaron el más reciente espectáculo en las escalinatas del Capitolio: lanzar al aire resoluciones de juicio político contra Trump como si fueran papelillos de carnaval. Ambos gritaron con vehemencia, pero ni siquiera sus colegas les prestaron atención. El primero fue censurado y expulsado del pleno; el segundo, presionado por su propio partido, terminó reculando. Nadie los apoya. Nadie los sigue. Nadie los toma en serio.

Así están las cosas en el Partido Demócrata: cada vez más aislados, más fuera de la realidad, más dominados por el odio a Trump que por las ideas. En lugar de conectarse con las verdaderas urgencias de la nación, se refugian en sus patéticos intentos de llevar a Trump a juicio político, empujados por una necesidad infantil de llamar la atención. El país exige soluciones. Ellos ofrecen papelones. ¡Qué vergüenza!

Jueces presos por amor

La mujer del juez contrató a un jardinero del Tren de Aragua y le gustaron tanto sus servicios que quiso compartirlos con su marido. El juez, canoso y complaciente, aceptó encantado. Desde entonces, los tres comparten mucho más que una casita.

Mientras tanto, en Milwaukee, una jueza activista no había encontrado quien le prestara atención… hasta que apareció un ilegal con carita de yo-no-fui. Le robó el corazón y se quedó con algo más que su simpatía.

Y mientras predican desde el estrado sobre leyes, ética y moral, en privado viven telenovelas que ni Televisa se atrevería a producir. ¡Qué vergüenza! Jueces liberales, activistas, zurdos de mierda… dictando justicia con la toga manchada de deseo sexual, de hipocresía y de puro descaro.

Misión: Happy Hour

Otra metida de pata de los demócratas

Llegaron a El Salvador para liberar a Kilmar Abrego García…pero Bukele les tiró la puerta en la cara.
Sin reo que cargar, improvisaron el consuelo:margaritas, sonrisas, y un selfie con el propio Abrego.
Porque nadie está por encima de la ley… salvo ellos. Así se hace política: con limón y tequila.

Esta es la larga fila de representantes y senadores demócratas en camino al aeropuerto a tomar sus vuelos a El Salvador para ir a «rescatar» al marero Kilmar Abrego García.