Qué feas son las zurdas

Dicen que la belleza está en el ojo del que mira… pero cuando uno ve a ciertas congresistas demócratas, la belleza brilla por su ausencia.

Ahí las tienes. Maxine Waters, con peinado de espantapájaros y voz de megáfono. Ilhan Omar, que frunce más la cara que la bandera del ISIS. Jasmine Crockett, su mirada de caricatura mal dibujada. Rashida Tlaib, con expresión de eterna protesta, Pramila Jayapal, con su cara de sempiterna tragedia. Y Debbie Wasserman Schultz, que nunca ha ido a una peluquería.

¿Coincidencia? ¿Perversión genética? ¿O será que la ideología zurda les corroe la mente y el cuerpo, con énfasis en sus rostros? Todos ellos reflejan lo que pulula en sus desviadas mentes.

Quizás no nacieron feas. Pero el resentimiento militante, el odio al hombre blanco, al rico, al bonito y al heterosexual, deja sus marcas indelebles.

Mientras tanto, al otro lado del pasillo, las republicanas lucen como si salieran de una revista de modas: Kristi Noem, Secretaria de Seguridad Nacional, Karoline Leavitt, Secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Anna Paulina Luna, Representante de Florida, y  Mayra Flores de Texas. Eso sin contar a Melania Trump, radiante. Y a Ivanka, de portada. ¿Será que la derecha conserva… hasta el buen gusto?

La izquierda no es fea por fuera. Es fea por dentro. Y esa fealdad, es como el moho, se nota y hiede.

No todas las feas son zurdas, pero en la izquierda están todas.

¿Por qué no se los llevan?

Entré a la farmacia CVS por una medicina… y terminé con un ataque de risa.

Todo —y cuando digo todo, es TODO— está bajo llave: desodorantes, jabones, enjuague bucal, etc. Es como si de repente, los criminales hubieran enloquecido por el aseo y la higiene personal.

Si quieres algo, tienes que llamar a un empleado, esperar que llegue con su llavecita maestra y luego pedirle permiso hasta para oler el desodorante a ver si te gusta su aroma.

Pero algo me llamó poderosamente la atención.

Los bronceadores estaban al alcance de todos, como si nadie en su sano juicio fuera a robarlos.

Y al fondo, encontré otra zona sin protección: los libros y revistas. Y, para rematar, las tarjetas para el Día del Padre estaban ahí, a la espera de que se las llevaran. Sin candado, sin alarma… ¡totalmente desprotegidas!

¿Casualidad? ¿Falta de interés o de necesidad?

Yo creo que CVS ha puesto en evidencia algo que nadie se atreve a admitir, al menos no en voz alta:

No hay interés de los criminales en estos productos… ¡No los quieren ni regalados! ¿Por qué será?

La piedrota en el zapato demócrata

John Fetterman. Gigante, tatuado, calvo, con hoodie y bermudas, un día salió de la alcaldía de  Braddock, Pensilvania… y terminó en un curul en el Senado. Una figura que parecía sacada de una comedia medieval… hoy es el portaestandarte moral del Partido Demócrata.

Él es el mismo que entró al Senado con derrame cerebral, depresión, y quién sabe qué más. Hoy es la piedrota en el zapato de los demócratas que desean que se calle de una vez y por todas.

En la bancada demócrata, Fetterman es el único que defiende a Israel, se burla del movimiento “woke” y dice lo que piensa… en un partido donde pensar es un pecado capital.

Fetterman es, sin duda, el caso más curioso de nuestra fauna política. Montado en su burro ideológico, con látigo en mano, atiende a las sesiones del Congreso como si estuviera arreando ganado. ¡Y quizás lo esté!

Deporten a la rubia

Estocolmo, Suecia.- No era cubana. Ni venezolana. Ni siquiera africana.Era escandinava. Rubia, blanca, activista y con cara de indignada. Ni el cambio climático salvó a la rubita sueca de ser deportada.

Se subió a un barquito de “ayuda humanitaria” rumbo a Gaza, cargada de símbolos, pancartas y superioridad moral. Quería salvar al mundo… desde el Mediterráneo.

Pero Israel, más práctico que poético, la bajó de su nube. Intercepción, arresto… y deportación. Sin drama. Sin asilo. Sin parole… ¡Sin nada! Solo bastó una palabra: ¡fuera!

A diferencia de este caso, cuando Donald Trump deporta a un hispano, le dicen racista. Pero cuando Israel deporta a una nórdica, todos callan. O se hacen los locos. ¿Será que deportar está bien si al que deportas es un blanco?

De vocera a buhonera

WASHINGTON, D.C. — Karine Jean-Pierre, exvocera de la Casa Blanca, acaba de anunciar que abandona el Partido Demócrata y ahora se declara “independiente”. Lo hizo justo antes de lanzar su nuevo libro: “Independiente: una mirada al interior de una Casa Blanca rota”.

Durante años ella defendió cada paso en falso de Biden, asegurando que estaba “tan ríspero como siempre”, mientras lo veía congelarse en el escenario y caerse a pedazos en cada aparición pública. Ahora, ha decidido abandonar el barco antes de que termine de hundirse, tal como una rata, pero con su manuscrito en mano y un contrato editorial bajo el brazo.

Su libro sale a la venta el 21 de octubre. Sin embargo, algunos creen que otros se le adelantaron con otras confesiones —como Jake Tapper— y, por eso, optó por anunciarlo desde ahora antes de que alguien más se le vuelva a adelantar.

Pues, ahí tienen a la exvocera oficial del Titanic Demócrata ahora tratando de vender su libro a como dé lugar. Antes, ella decía que no había nada que ocultar. Ahora está ansiosa por contarlo todo, a cambio de unos cuantos dolarillos. ¿Independiente? No. Dependiente… de las regalías de la venta de su desafortunado libro. ¡Muy bonita que le quedó la jugarreta!

Un nuevo impuesto

Las propinas ya no son voluntarias, son un impuesto disfrazado con efecto inflacionario.

Hoy terminamos pagando hasta un 40% más del costo real de nuestro consumo por su culpa. Lo que antes era un gesto voluntario de agradecimiento se ha convertido en un impuesto disfrazado.

La propina ahora es obligatoria. Si no la dejas, te miran feo. Si la cuestionas, te cancelan. Y si no pagas el 25%, eres un tacaño sin alma.

Con la llegada de Nuestra Señora Pandemia, aparecieron los terminales computarizados por todas partes. Y con ellos, la imposición: antes de siquiera probar el producto o servicio, ya te estaban pidiendo propina. Un 18%, 20% y hasta un 25% están preseleccionados en la pantalla. Y es ahí donde comienza la guerra psicológica.

Quien te atiende se te queda mirando fijamente, como esperando tu reacción. Tú, con la tarjeta en la mano, sientes que cualquier movimiento en falso te delata. Si buscas el botón escondido del “otro monto”, te invade la culpa. Y si no dejas nada… ni te cuento. Aunque nadie diga una palabra, se está librando una batalla campal en tu mente, en la cual, casi siempre sale ganando “¿Qué dirán de mí si no dejo propina?”

Para muchos, el qué dirán pasó a costar más que el café.

Ni tontos ni perezosos, los comerciantes se apropiaron de las propinas, dejando migajas a sus empleados. Entonces, estos fustigan al cliente con una propina sobre la propina. Aunque ya te hayan cobrado un delivery fee, el repartidor te exige lo suyo.

Es así como entre lo que realmente consumes, lo que “sugieren”, lo que te obligan y lo que te exigen, terminas pagando mucho más de lo que deberías. Por eso digo que la propina ya no es gratitud, es inflación pura.

MOSQUITAZO


Propina era un gesto, ya es extorsión,
te cobran sin darte explicación.
La sonrisa no es por gratitud,
es por tu forzada contribución.

Las dos ovejas negras

Cuba y Venezuela.
Son los únicos dos países hispanoparlantes del continente americano bajo restricciones migratorias impuestas por Estados Unidos de América.

¿Razón?
No es el embargo. No es el “bloqueo”. No es la CIA.
Es el comunismo que pudre todo lo que toca.

Mientras el resto del continente puede entrar, salir y hasta ir de visita a Disneyworld, Cuba y Venezuela aparecen en la misma lista negra que un grupo de joyitas internacionales como Yemen, Irán, Siria, Sudán y Myanmar.
Sí, esos países que exportan terrorismo, represión, hambruna…
Y ahí están los dos, codeándose con lo peorcito del planeta.

¿Vergüenza? Ninguna. ¿Responsabilidad? Menos.
Ellos insisten en que todo es culpa del imperio.
Pero son los únicos países en América considerados un riesgo migratorio serio.
Por desorden… Por fraude… Por miseria estructural.
Y por empujar a millones de sus ciudadanos a huir como sea… y a donde sea.

Mientras el mundo avanza, ellos retroceden.
Y sus gobernantes —esa élite putrefacta y delirante— siguen hablando de revolución… cuando lo único que reparten es hambre, miseria y destierro.

Cuidado con lo que deseas

A la caterva de jueces zurdos que intentan sabotear las acciones emprendidas por la actual administración en materia migratoria, les puede salir el tiro por la culata con la extradición del «Padre de Maryland» desde el CECOT en El Salvador.

El Departamento de Justicia finalmente accedió a traer de vuelta a este delincuente para someterlo a juicio, a petición de jueces liberales y activistas. Pero, la justicia lo está esperando con las esposas abiertas, porque sobre él pesan cargos adicionales de tráfico de inmigrantes ilegales.

Los jueces que abogan por el debido derecho de este criminal deben tener cuidado con lo que desean, porque este caso es una bomba de tiempo que les puede explotar en sus propias narices.